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Poco a poco

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Llevo ya varías sesiones de hemodiálisis. En la de ayer, me sentí mejor que las sesiones pasadas. Gracias a Dios! Que alivio! Es que la sensación si era verdaderamente horrible.

En cada sesión me han puesto hierro y EPO para que mi cuerpo produzca sangre y no esté tan anémico.

Veo a las personas que llegan al centro de hemodiálisis conmigo y la mera verdad todos nos vemos bastante amolados. 

Mi paso por ese lugar es temporal, por el favor de mi hermano que está dispuesto a donarme su riñón. Siento compasión por la gente que lleva años ahí y aparentemente no tiene otra alternativa. 

He pensado en platicar con algunas personas y mostrarles amistad y afecto, pero el lugar no se presta mucho, ni los malestares que, por lo que aprecio, son generales en la sala.

Estamos en la recta final. Visitando últimos doctores, últimos estudios.

Esta semana estuve todos los días trabajando desde casa. Si he podido ayudar y orientar a mi equipo, pero si noto que mi jefe está sintiendo los efectos de mi ausencia.




El día de ayer fue mi quinta sesión de hemodiálisis. Como he dicho, me la realizan lunes y jueves cada semana durante tres horas cada sesión.

En las primeras cuatro sesiones terminé con un dolor de cabeza muy muy muy fuerte que me generaba mareo, nausea y un tremendo malestar.

El día de ayer gracias a Dios ya salí del centro de hemodiálisis casi sin dolor de cabeza y sin que me medicaran :)
Solo tuve un poco de mareo y malestar. Algo raro que siento que me sucede en la cara, como si me estuvieran poniendo una máscara. Es una sensación muy rara y difícil de describir para mí. 
Hice algunas cosas que creo que me ayudaron:
1.- Empecé a tomar medicamento homeopático desde la hora de la comida (y continué durante la sesión de hemodiálisis)
2.- Comí media manzana justo antes de empezar el tratamiento
3.- Me dormí como una hora y media durante la sesión con la luz apagada
4.- Me mantuve mucho más reclinado durante la sesión

Me faltan varias sesiones más hasta el día de la operación: 20 de mayo de 2013.

La verdad es que después que me recupero del golpe de la hemo, los días siguientes me siento mejor y con mayor ánimo de hacer cosas. Inclusive he "fregado la loza" como dicen por ahí. 
Es impresionante como me doy cuenta de lo cansado y desanimado que pudo haber estado.

La gente con que me encuentro me dicen que me ven muy animado y que seguramente Dios me está ayudando porque estoy cerca de él y tengo un gran corazón.

Yo creo que, SI efectivamente Dios me está ayudando, pero no porque yo tenga algo de especial que a Él le guste. Creo que el me ama porque soy criatura suya y ha decido amarme, como también te ama a ti. Y justo así como tiene una relación conmigo, porque he puesto mi confianza el Él para esta vida y para la vida eterna, también quiere y puede tener una relación contigo.

No tenemos porque vivir alejados de Él: perdidos, desorientados, solitarios, enfermos, con angustia, etc. Vivir sin Dios nos deja totalmente extraviados en esta vida, sin tener nada en que basarnos, sin argumentos para vivir y responder las preguntas clave de ser humano: ¿Qué hago en este mundo? ¿Quién soy? y otras más como ¿Qué mas hay después del trabajo? ¿Qué sentido tiene todo esto que hago y dejo de hacer? ¡¿Por qué me enfermo, por qué yo?!

En Jesús tenemos completa nuestra identidad y el más grande sentido de pertenencia. No hay mejor explicación ni más razonable argumento. Podemos buscar otras explicaciones sin Dios o con otros "dioses" distintos al Dios de la Biblia, pero tarde que temprano, nos daremos cuenta que carecen de sentido, de base y de lógica. 

¿Tu en que confias para vivir tu vida en esta tierra?
¿En qué tienes puesta tu esperanza para la vida eterna?

¿Sabes que la Biblia habla del cielo como un gran banquete con Dios, como una gran fiesta en la que estaremos realmente en casa?









 

Me voy a atrever a exponer una idea y una recomendación sobre la hemodiálisis.

 

Cuando empecé con el tratamiento de la hemodiálisis y nos dieron información sobre los riesgos, la técnica, los otros tipos de diálisis, los beneficios y la excelente alternativa que representa para personas con problemas renales, me vino la mente la enseñanza de Jesús a la mujer samaritana que se encuentra en  el evangelio de San Juan capítulo 4 que dice:

 

[Jesús] llegó a un pueblo samaritano llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob le había dado a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía. Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida. En eso llegó a sacar agua una mujer de Samaria, y

Jesús le dijo:

--Dame un poco de agua.  Pero como los judíos no usan nada en común con los samaritanos,

 

la mujer le respondió:

--¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres judío y yo soy samaritana?

 

--Si supieras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua --contestó Jesús--, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida.

 

--Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo; ¿de dónde, pues, vas a sacar esa agua que da vida? ¿Acaso eres tú superior a nuestro padre Jacob, que nos dejó este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y su ganado?

 

--Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed --respondió Jesús--, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.

 

--Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga viniendo aquí a sacarla.

 

--Ve a llamar a tu esposo, y vuelve acá --le dijo Jesús.

 

--No tengo esposo --respondió la mujer.

 

--Bien has dicho que no tienes esposo. Es cierto que has tenido cinco, y el que ahora tienes no es tu esposo. En esto has dicho la verdad.

 

--Señor, me doy cuenta de que tú eres profeta. Nuestros antepasados adoraron en este monte, pero ustedes los judíos dicen que el lugar donde debemos adorar está en Jerusalén.

 

--Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. Ahora ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación proviene de los judíos. Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.

 

--Sé que viene el Mesías, al que llaman el Cristo --respondió la mujer--. Cuando él venga nos explicará todas las cosas.

 

--Ése soy yo, el que habla contigo --le dijo Jesús.

 

En esto llegaron sus discípulos y se sorprendieron de verlo hablando con una mujer, aunque ninguno le preguntó: «¿Qué pretendes?» o «¿De qué hablas con ella?»

 

La mujer dejó su cántaro, volvió al pueblo y le decía a la gente:

 

--Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Cristo?

Salieron del pueblo y fueron a ver a Jesús.

 

Mientras tanto, sus discípulos le insistían:

--Rabí, come algo.

 

--Yo tengo un alimento que ustedes no conocen --replicó él.

 

«¿Le habrán traído algo de comer?», comentaban entre sí los discípulos.

 

--Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra --les dijo Jesús--. ¿No dicen ustedes: "Todavía faltan cuatro meses para la cosecha"? Yo les digo: ¡Abran los ojos y miren los campos sembrados! Ya la cosecha está madura; ya el segador recibe su salario y recoge el fruto para vida eterna. Ahora tanto el sembrador como el segador se alegran juntos. Porque como dice el refrán: "Uno es el que siembra y otro el que cosecha." Yo los he enviado a ustedes a cosechar lo que no les costó ningún trabajo. Otros se han fatigado trabajando, y ustedes han cosechado el fruto de ese trabajo.

 

Hay muchas cosas sorprendentes en este pasaje y cosas que pueden "aterrarnos" y a la vez darnos mucha esperanza. Mi meditación se trató en contextualizar el relato considerando sangre en lugar de agua.

 

En mi encuentro con Jesús (en mi mente) pensé que Él me ofrecía una hemodiálisis única y efectiva en la que no iba a requerir ninguna hemodiálisis más, sino que después de "su hemodiálisis" no requeriría ninguna limpieza adicional a mi sangre. En este escenario, Jesús mismo sería quién limpiará mi sangre una vez por todas. Todavía requiero un trasplante, pero en este caso no es riñón, sino de corazón. Requiero que Jesús cambie mi corazón rebelde, egoísta y pecador, por un corazón que lo ame a Él y que su mayor anhelo sea vivir con Él.

 

La Biblia dice que Jesús nos limpia con su propia sangre, la que derramó por nosotros en la cruz, cuando llevó el castigo por nuestra culpa y maldad. Ahora Dios nos ve limpios y mejor aun nos declara sus hijos!

 

Entiendo que Dios me confronta con mis pecados, como lo hizo con la Samaritana y me deja ver muy claro mi maldad y pecado. También comprendo que sólo de Él puedo recibir vida eterna y que tiene un plan para que yo crea en Él y que también otros que están en la misma situación de pecado como yo, puedan conocerle y creer en Él como ese pueblo lo hizo.


El lunes 01 de abril estuve en el hospital para que me instalaran un catéter en la yugular por donde extraer y devolver sangre a mi cuerpo para limpiarla en un "riñón artificial".

El lunes fue un día largo con muchos nervios y muchas cosas nuevas.

Para las 6 PM ya tenía puesto el catéter y estaba descansando en la habitación del hospital. La máquina para la hemodiálisis la llevaron al cuarto a las 10PM y empecé con el tratamiento de hemodiálisis.

Después de pasar mis sangre durante dos horas por el filtro, empecé a sentir un dolor de cabeza muy intenso que se conviritió en nauseas, mareos, empecé a ver la luz de cuarto como apagada y finalmente tuve vómito. La sesión de hemodiálisis concluyó y durante el resto de la noche tuve el mismo malestar y síntomas.

Ya para el segundo día me sentía "estable" y volví a casa.

 

Los resultados de la hemodiálisis, fueron muy buenos: mi BUN bajó de más de 100 a 46.

El jueves a las 6:30PM tuvimos el segundo round. Con la experiencia previa, el segundo round ya fue más a favor "del bien". Tuve nuevamente pesadez de cabeza y dolor, pero ya no terminé en vómito. Regresé a casa a dormir y creo que con pocas horas de sueño empecé a estar súper bien.

 

El asunto estuvo en la madrugada cuando me levanté al baño, en que noté que mi camiseta estaba mojada. Prendí la luz para verificar y resulta que era sangre, tenía una mancha grande  sangre en el pecho y espalda y la sangre me seguía escurriendo desde el catéter. Ante tal asunto, mi esposa y yo nuevamente salimos a urgencias donde estuvimos de 3:15AM a 7AM Que noche!

 

Gracias a Dios, todo concluyó bien y perdí poca sangre. La hemoglobina ya no bajó demasiado, pero si aumentó mi estado de anemia.

 

Seguimos viendo el cuidado de Dios en todo el proceso y estos pequeños eventos. De no haberme despertado, no sabemos como hubiera amanecido al día siguiente.

 

Por otro lado, creo que la sesiones de hemodiálisis son un tiempo excelente para leer algún buen libro, que en este caso empecé con "Cartas del diablo a su sobrino" de C.S. Lewis

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