La semana pasada, ya sin esperarlo, recibí una llamada en mi oficina: es un médico de la compañía aseguradora para decirme que ya estaban aprobados los gastos del hospital y los honorarios médicos para el donante y para mí! Después de escucharlo un rato, sorprendido le pregunté si estaba seguro que estábamos hablando de mi caso. Se rió y confirmó mi nombre completo y me dijo que estaban en contacto con mi médico y que sabía que tendría consulta en dos días y que ya el doctor nos diría la fecha de la operación. Me dio un gusto enorme saber este gran avance en el tema de los gastos! Que maravillosa provisión de Dios.
Después de esto, al ver cada vez más cerca la operación, confieso que tuve miedo, mucho miedo. Pensé en la vida que SI quiero vivir! Me dio miedo pensar que no podría vivir para bendecir a mi esposa a mis hijos, a mis padres. Me causó mucho dolor entender sobre las posibilidades de que las cosas salieran "mal" y que no lo lograra. Que tristeza me dio pensar la tristeza que le produciría a mi esposa no estar con ella los tantos años que nos faltan juntos.
Aun en estos momentos de fragilidad y franca debilidad, Dios me proveyó de un espacio y un momento para hablar con Él, ser sincero y confesar lo que sentía. Pensé en su amor, en que por su puesto que quiero estar con Él, que la vida que me espera a su lado no tendrá más llanto, ni enfermedad, confusión, soledad, dolor, angustias, necesidades, pero Él mismo suple todo con su propio Ser. Aun con ese anhelo de vivir a su lado, oré por vivir aquí en la tierra, con la familia que me ha dado, acompañarles, amarles, ser el padre que mis hijos necesitan y el esposo que Dios quiere que sea.
¿Qué le importan a Dios mis lágrimas?, ¿Que no hay cosas mejores y muchísimo más importantes en el mundo que ocuparse de verme llorar y consolarme?
La Biblia dice en el Salmo 56:8 da una ilustración indicando que Dios tiene un registro, un libro con nuestras lágrimas. El salmo dice que Dios tiene un frasco en dónde guarda nuestras lágrimas. Él tiene un registro de cuando sufrimos! Lo sabe, los registra y se conduele con nosotros. Así de personal, así de íntimo es el Dios de la Biblia.
Dice que si por el amor que tiene por nosotros, nos Dios a su propio Hijo, ¿Qué no nos dará?
Visité al médico esa misma semana y acordamos que Mayo de 2013 sería un bueno momento, cuando mi hermano termine su semestre. El médico me dijo que tengo que estarme monitoreando durante este tiempo para asegurar que llego con un estado de salud "bueno" a la operación. Debemos ver más médicos: ahora ya es el equipo que estará en la operación.
Hace ya varios días que no dedico el tiempo para escribir. Sin embargo, son varias las cosas que han pasado estos días. Tuvimos el gusto de ver a mucha familia el fin de año y pasar tiempo juntos, platicar, convivir, celebrar, visitar lugares, descansar, renovar pensamientos y tomar nuevos ánimos para el año 2013.
Durante este tiempo los nervios de ver más cercana la operación se han aumentado y creo que eso ha afectado mi sueño. He soñado en dos ocasiones que no lo logro, que no hay esperanza para mí y que alguien me da la noticia que ya no han nada más que hacer. Obviamente me despierto muy contrariado, con miedo y una sensación horrible. Me siento en mi cama y recuerdo las promesas que tengo de Jesús: estar conmigo siempre, llevarme por lugares seguros, guía vida. Es una batalla constante en mi mente. Finalmente, amanece y la ruta de la vida me vuelve a absorber.
Los recursos de Dios no dejan de llegarnos. Desde cosas aparentemente triviales hasta cosas más grandes. En un post posterior quiero escribir una lista de las cosas maravillosas que he vivido en estos 37 años que Dios me ha dado privilegio de vivir.
Escuché una ilustración, del misionero Víctor Cruz, sobre la que significa ser hijos de Dios. Le pidió a una mujer de su audiencia imaginarse ser la mejor amiga de la hija del presidente de la república, Enrique Peña Nieto. ¿Cuánto acceso tendría al presidente si fuera amiga de su hija? ¿A cuántas reuniones familiares podría asistir? ... la ilustración fue más allá, cuando le pidió a esta misma persona que se imaginara ser la mismísima hija del presidente: ¿A cuántos miles de privilegios tendría acceso? ¿A cuántos beneficios sería merecedora? ¿Qué podría querer que no tuviera? ¿Escuelas, viajes, lujos, etc., etc.? La hija misma del presidente... ¿Que podría desear que su padre no le pudiera proveer?
Víctor explicó que a los que creen en Jesús, a los que comprenden que son pecadores, pero viven arrepentidos, confiando en que Jesús pagó el alto precio de sus culpas, la Biblia dice, que son adoptados por Dios como sus propios hijos. Esas personas, los cristianos, son hijos de Dios. Hijos del Creador del universo!, Hijos del Rey de Reyes! Lo triste es que muchos cristianos viven (o vivimos) como huérfanos, como si no tuviéramos Padre, a nadie a quién recorrer, como si nadie se interesara en nosotros!
Al contrario, debemos vivir ciertos, confiados, esperanzados, anhelándolo, felices, a pesar de que lo que vivamos, lo que nos rodea, lo que provocamos y todo apunte a otro lado, debemos enfocar nuestra mirada en Jesús y recalibrar nuestro pensamiento en Él.
